Los cálculos renales, problemas con los uréteres (los tubos que permiten que la orina fluya del riñón hasta la vejiga), y otras condiciones pueden evitar que la orina drene de los riñones. Por lo general, el problema comienza en el riñón.
Una vez que la obstrucción es grave, el riñón se daña en forma de orina se sigue produciendo, pero no puede salir del riñón.
Esta condición puede ser extremadamente dolorosa y puede resultar en una cirugía para liberar la acumulación de orina.
Si el problema no se trata, el riñón puede dejar de funcionar y puede incluso ser necesario extirpar quirúrgicamente. En la mayoría de los casos, un riñón en buen estado será capaz de compensar; sin embargo, si el otro riñón también se daña, la diálisis o un trasplante de riñón puede ser necesario.
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